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Aprendiendo a seducir

La seducción se puede practicar y hacer más efectiva si se cuida no sólo el lenguaje verbal sino también el corporal. Hay muchas formas de conquistar el corazón ajeno: cada persona tiene un estilo particular y personal para hacerlo, pero en todas hay un seductor en potencia. ¡Sólo es cuestión de sacarlo afuera!

Seducir, un arte prehistórico pero de interés siempre vigente, no es sólo patrimonio de algunos privilegiados. Todos podemos ser seductores, si recurrimos a una serie de habilidades sencillas y fáciles de aprender que pueden potenciar esta facultad inherente al ser humano y que, con sutiles diferencias, posee el resto de los animales.

“La seducción es un arte innato que se puede perfeccionar con técnicas sencillas”, asegura Miren Larrazábal, psicóloga-sexóloga, y coordinadora del “taller de habilidades de seducción”, que se imparte cada año en el Congreso Español de Sexología y es el que más éxito tiene en cuanto a asistencia.

El taller, de dos horas, permite al asistente saber qué es y qué no es la seducción, en qué consiste ser seductor, desvela mitos e ideas erróneas, y apunta los miedos y limitaciones que existen a la hora de poner en marcha el juego de la seducción. Además, se hace una descripción de todas aquellas habilidades que pueden aprenderse y practicarse para seducir.

“Todos los seres humanos podemos aprender el arte de la seducción; hay muchas formas de seducir, cada uno tiene su estilo”, asegura Larrazábal.

Según la también directora del Instituto Kaplan de Psicología y Sexología, que suele participar en los Encuentros Iberoamericanos de Sexología, “todas las personas llevan un seductor dentro de sí, que con la práctica y el aprendizaje de habilidades específicas se puede potenciar y manifestar”.

Según Larrazábal, los animales también seducen, aunque en ellos el cortejo está predeterminado genéticamente, con un fin cerrado y preestablecido: la cópula para lograr la reproducción.

En el ser humano, la seducción es mucho más: llega a ser un fin en sí misma. Las personas siguen ciertas pautas predeterminadas en la conducta de cortejo, tal y como hacen los animales, y se han identificado algunos esquemas de conducta de conquista comunes a todas las culturas.

Aunque hay una parte biológica y genética que hace que unas personas tengan una mayor facilidad natural para seducir que otras, hay elementos de la seducción que se pueden desarrollar.


¿El seductor nace o se hace?

La seducción se puede practicar y hacer más efectiva si se cuida no sólo de lo que se dice, sino también el lenguaje más sutil pero poderoso que se expresa mediante el cuerpo: miradas seductoras, palabras que acarician y sugieren, silencios persuasivos, leves gestos, contactos de apariencia casual...

“Sonrisas prometedoras, movimientos velados, proximidades inquietantes, silencios elocuentes y el arte de sugerir, insinuar, dar a entender sin mostrar, generar interés por lo implícito... son habilidades que se pueden aprender, que cualquier ser humano es capaz de practicar con un cierto grado de éxito”, señala la psicóloga.

Para entrar en el juego apasionante de la seducir, hay que “asomarse a sus abismos y aprender sus claves”, agrega.

La seducir ha interesado a la Humanidad desde sus albores: desde la Antigüedad el arte de seducir ha sido objeto de estudio, interés y práctica, a veces con fines poco éticos y consecuencias desastrosas.

A veces un arte perseguido por las religiones o maldito, oficio denostado de pócimas y encantamientos, propio de brujas y alcahuetas. En otras épocas, como el siglo XVIII, se ha considerado un arte supremo del placer y el deleite.

Responsable de ríos de tinta, libros, tratados, poemas, recetas, manuales, creador de grandes mitos y leyendas literarias. Hoy la seducción sigue interesando como siempre, o más que nunca, a pesar de que aparentes tecnologías frías lleven a relacionarnos sin misterio.

“Seducir es una tarea más que atractiva: es misteriosa. De ese misterio solo es evidente la punta del iceberg, puesto que la mayor parte de los procesos de seducción transcurren ocultos”, señala Larrazábal.


fuente: http://www.terra.com/mujer/articulo/html/hof111841.htm

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