Social y culturalmente se transmite la idea de que la pareja es “para toda la vida”; además vivir en pareja aporta a las personas un rol social, un estatus económico, seguridad, afectividad, posibilidad de crear una familia, etc. Muchas veces se retrasa o condiciona la decisión de romper la relación por miedo a perder todo esto.
La decisión de terminar con una relación de pareja es un momento importante en la vida de una persona, de la pareja y de la familia, especialmente cuando se tienen hijos e hijas. Las personas deben replantearse un proyecto de vida hasta ahora en común, cambiar ciertos esquemas mentales, probablemente abandonar la vivienda, etc.
Cuando una pareja no funciona, es probable que sea uno de los dos miembros quien tome la iniciativa y plantee la ruptura. Es importante que la decisión se transmita de la mejor manera posible, cuidando el momento, las palabras y evitando culpabilizaciones.
Es importante asimilar y expresar todo lo que se siente, tomándose tiempo para resolver todos los asuntos necesarios y preguntarse a uno/a mismo/a hasta que punto la dependencia emocional, económica o de otro tipo está impidiendo ver con claridad la situación o si realmente se sufre por perder a una persona con la que se considera se podría mantener una relación satisfactoria.